El nigromante que Don Quijote quiso imitar | Curiosidades #8

En la segunda parte del Quijote se cuenta la broma que gastan a Don Quijote y Sancho Panza al convencerlos de que, si quieren desencantar a unas doncellas, deben subir a Clavileño, un caballo de madera que los llevará volando por el cielo. En un momento dado Don Quijote dice a su escudero:

"acuérdate del verdadero cuento del licenciado Torralba, a quien llevaron los diablos en volandas por el aire, caballero en una caña, cerrados los ojos, y en doce horas llegó a Roma y se apeó en Torre de Nona, que es una calle de la ciudad, y vio todo el fracaso y asalto y muerte de Borbón, y por la mañana ya estaba de vuelta en Madrid, donde dio cuenta de todo lo que había visto"

Con este episodio Cervantes se burla de la creencia bastante extendida en la Edad Media de que se podía viajar por los aires a Roma o a alguna otra ciudad importante. Curas de pueblo, obispos y hombres importantes como el mismísimo Carlomagno afirmaban haber realizado viajes de este tipo. Pero, ¿quién es el licenciado Torralba a quien nombra Don Quijote?

Eugenio de Torralba nació en Cuenca en 1485 o 1490. De buena familia, estudió en Roma unos once años bajo la protección del obispo de Volterra. Estudió filosofía, teología y medicina, y una vez doctorado llegó a ser médico residente en la corte de Fernándo el Católico. Una carrera brillante, pero si por algo es conocido hoy día el doctor Torralba es porque también se interesó por la astrología, el ocultismo y la nigromancia, algo muy habitual en los eclesiásticos italianos del sigo XVI.

Torralba decía que en 1507 un cura dominico llamado fray Pedro había puesto a su servicio de por vida a Zequiel, un espíritu familiar, para que lo protegiese y asesorase. Hay que decir que durante el Renacimiento eran comunes los llamados "espíritus familiares", tanto que el propio Quevedo hace burla de estas creencias en El Buscón. Pues bien, siempre según Torralba, el espíritu Zequiel se aparecía en forma de hombre anciano, de largas barbas y cabello blanco, ataviado con una especie de túnica de seda roja y una sobrevestidura negra, hablaba latín e italiano, no se dejaba tocar, provenía de la India y era capaz de comunicar antes, durante e inmediatamente después de que sucediera, cualquier hecho importante. Según las declaraciones de Torralba gracias al espíritu se enteró de la muerte de Fernándo el Católico, entre otros sucesos.

Además de su contacto con ese espíritu, Torralba aseguraba haber realizado viajes por el aire a Francia y Turquía. Sabemos que no es el único hombre en afirmar haber realizado uno de esos viajes (aunque sí fue el primero en decir que lo hizo montado en una caña) pero la fama le llegó por su supuesto viaje a Roma el 6 de mayo de 1527.

Torralba afirmaba haber viajado a Roma montado en una caña y haber regresado esa misma noche a Madrid (algunos estudiosos afirman que decía haber regresado a Valladolid) y relató las escenas de violencia, tumulto y saqueo de la ciudad por parte de las tropas de Carlos V que supuestamente vio allí. Casi una semana después llegarían por correo las primeras noticias de la entrada en Roma de las tropas del emperador, y todo coincidía.

Poco después, Torralba fue delatado ante el tribunal del Santo Oficio por don Diego de Zúñiga, un antiguo amigo suyo, por lo que fue detenido en su ciudad natal, Cuenca, en 1528. Aunque el médico afirmaba que Zequiel era un espíritu benigno, la Inquisición no opinaba lo mismo sino que creía que se trataba de una especie de demonio y Torralba acabó siendo estirado en el potro de tortura hasta afirmar que Zequiel era un espíritu inmundo y maligno. En 1530 hizo otra retractación, y en marzo de 1531 fue admitido a reconciliación y conminado a que dejara de comunicarse para siempre con Zequiel.

A partir de entonces, y gracias a sus influencias en la corte, abandona definitivamente los calabozos y desaparece todo tipo de dato histórico sobre su vida. Se cree que pasó el resto de sus años simplemente ejerciendo la medicina.