[72] Transformación y otros cuentos (Mary Shelley)

Al haber vaciado la mitad del elixir de la inmortalidad, debo concluir que soy solo medio inmortal: mi "para siempre", por lo tanto, se encuentra truncado, anulado. No obstante, ¿quién puede decir cuántos años es media eternidad? A menudo intento imaginar mediante qué reglas se divide el infinito. En ocasiones imagino que el paso del tiempo me va conquistando. He encontrado una cana. ¡Estúpido! ¿Me lamento por ello? Así es; el terror a la vejez y a la muerte a menudo se arrastra hasta introducirse dentro de mi corazón; y cuando más tiempo vivo más temo a la muerte, incluso cuando he llevado una miserable existencia. Tal enigma es el hombre, nacido para la muerte, cuando se enfrenta, como yo lo hago, contra las reglas establecidas de su naturaleza. Si no fuera por dichos contradictorios sentimientos, no cabe duda de que moriría: la medicina del alquimista no podría protegerme del fuego, de la espada, de las aguas que ahogan. He contemplado las profundidades azuladas de muchos lagos tranquilos, y el devenir tumultuoso de muchos ríos poderosos, y he afirmado que la paz habita en dichas aguas; aun así he alejado mis pasos para existir un día más.